Retórica del QB

 







Obviamente lo despido.


No volveré a la historia de la famosa frase, tantas veces utilizada en distintas épocas, de distintas maneras y, finalmente, condenada al ostracismo absoluto. Lo habría despedido, si no hubiera sido atraído por los Pide, a esa trampa, en la tierra de nuestros hermanos, asesinados sin piedad ni compasión. Murió el intrépido general, nunca sabremos si murió con él o sin él. De miedo borroso. Vivimos tiempos similares que exigen antihéroes o héroes particulares. Es al revés. Les digo que en la agenda hay muchos haciendo fila para gritar la contraseña que la retórica les ha traído y garantizado la paparoca (enriquecimiento súbito e ilícito). Servirse con el poder, olvidar lo que era servir al Estado, la ética y la moral, la integridad y el consenso, la verticalidad y el estoicismo se han convertido en palabras sucias. La codicia gana las elecciones, junto con la abstención que, sin decir casi nada, sin presencia sustancial, refleja la temerosa falta de interés por el futuro de las naciones. Y esta codicia alimenta la plutocracia, que nace de la entrega del poder al miedo, a la mala suerte y al oportunismo de estrategas somíticos e hinchados. Y muchos murieron por ella, muchos seguirán muriendo. Cada vez que un dictador se convierte en mártir, 100 dictadores claman por un poder prematuro, que todavía se arrastra entre la oscuridad, los movimientos lentos de un jaguar y el coraje de traicionar al colectivo. Para beneficiarse de Plutón, que carece de ellos desde vidas pasadas. Humberto no logró despedirlo. Lo despidieron, obviamente. Os digo que muchos generales intrépidos acechan en los rincones de las grandes ciudades, cubiertos por la ligereza de un pueblo estupefacto por la IA y las comodidades del modernismo. ¡Ah, el progreso! ¡La zanahoria delante del burro, los pasteles y los tontos! Con cada una de estas aventuras, digo ya basta, ya basta, una estrategia de marketing, que estás tan enfermo que te han "programado" un cateterismo. Él tuvo más suerte que yo. Que tuve un infarto durante seis horas antes de ceder ante la evidencia. Que tuve que lidiar con el cateterismo y el stent en urgencias, para que no se acelerara el proceso. Ellos, los dictadores, se dejan enseñar por los medios, por las redes sociales, por la agilidad de los Tik Tok, por Telegram y Facebook y van ganando espacio. Eso solo engorda la estupidez ajena y propia, pero persisten, porque los dictadores siempre han sido tercos y entrenados en la estrategia de guerra, en el marketing de golpes, no es para menos, el médico sabe muy bien cómo clamar a los cielos, apelando al voto piadoso! Y cuando hablo de estos políticos pseudocultos, siempre recuerdo que no fue el pueblo el que hizo el 25 de abril, el que derrotó la censura, el que hizo justicia al coraje de las conquistas del siglo XVI y de los panaderos de Aljubarrota, ¡no! No olvidemos que el miedo nos mantiene como rehenes, obedientes a cualquier sistema. La escolarización que creemos vino a sustentar la ciudadanía intervencionista, vino, después de todo, a principios del siglo XXI, junto a la sombra del progreso científico (redes, IA, consumismo deliberado extendido a los cuatro vientos, no es casual), para crear vías fáciles, aumentar la corrupción, el nepotismo, el clientelismo, la ceguera generalizada y mantener al pueblo ordenado dentro de los límites de lo posible democrático. Sin embargo, debemos recordar la triste realidad: la paz parece no haberse logrado nunca por medios normales, sin miseria ni muerte, sin guerra y, con algo de suerte, abriendo los ojos de la mayoría y consolidando las voluntades colectivas. En su momento, fue el cabalismo, mucho antes que el salazarismo, el que vino a fortalecer el liberalismo. Tenemos que reinventar María da Fonte sin armas. Pero no podemos ir a votar por lo mismo cuando no nos identificamos con los programas de gobierno. Operar el cerebro, usar la inteligencia a nuestro favor y no en nuestra contra. Es el momento propicio para las abstenciones, que pueden ser diseñadas por las mayorías, o para la falta de responsabilidad hacia nuestros hijos, que están comprometidos con el futuro. La playa invita, los picnics, el desborde. No olvidemos que un gobierno tiene muchos días, ya sea para gobernar o para derribar los pilares e ideales que poseemos.


¡Viva María da Fonte, maldita sea!


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