Miranda Coventry
Oportunista
Se contaron los auriculares que cantaban los pájaros.
Grullas y abubillas en alerta. Molino lánguido
junto a un arroyo casi seco y juncos y retamas.
Este anciano abandonado al paisaje,
se diría que disfrutaba del paso de las horas,
Falta de atención al reloj.
Mi mirada se fijó en la tuya, lejana.
Tristeza del final de la jornada anunciada por estos
recuerdos anticuados del pasado.
Te entierro junto al hormiguero y
las hormigas relevo te llevan, sin saberlo,
a un agujero negro.
-Morir, digo, morir. Y me dejé callar
en esa esperanza. ¿Murió?
Un hombre muerto. Por el cadáver del molino,
en la orilla de un lecho seco de un río de la infancia.
Digo "basta" a los mensajes resentidos,
cargados de energías malignas
Y sobre mi cabeza aún cuelga el búho
que anunció tu muerte. —¿No te mueres?
¿Qué te hace caer? ¿A qué esperas?
Siento mucho decir adiós,
Autoindulgente y lleno de mala energía,
me lleva mucho tiempo oscurecerme.
Este dolor de cabeza desaparecerá
cuando levantes la mano en el adiós.
-Vete, es muy tarde.
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