Lídia Pastor y REM

 




La hipocresía no es bonita


Mientras el mundo se catapulta

con sus inmensos desniveles

las tormentas, las mareas, 

ambiciones, mentiras y

Tu déjà vus, me estremezco

Aquí, en esta cocina, veo el mundo

Fuera de estos muros, de lo que pasó

y lo que elijo hoy

No sé nada del mundo

No sé nada de los demás,

Solo sé que no mezclo

Que no estoy de acuerdo

con el inmenso abanico de la oscuridad

elegidos, conscientes o inconscientes

por los demás. 

Ya no me encuentran.

No me distingo por el alma, 

por la carne

por los predicados, 

por todo aquello a lo que se refiere

la de ser humano, 

sino por conciencia

Me desperté del juego que nunca supe jugar

Y nunca quise saber,

ni de las instrucciones, 

ni de las motivaciones de los demás.

No sé nada de los demás, 

pero me miro a mí mismo

Por dentro y sé quién soy 

y lo que pretendo

y sigo siendo íntegro, 

Ahora maduro

que ahora despierta 

por la patética de las elecciones,

Herramientas e inequidades 

de haber servido de objeto

Específicamente 

que no sé nada y el futuro 

no hay miedo,

solo la cohesión, la pertinencia

la conciencia objetiva de que

Por fin llegué 

a mi camino del medio.

Estoy bien solo

lejos de tus apariencias.


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