Neptuno, compañeros de camino y la ilusión de la muerte


 Los inmortales

Han pasado cinco días desde que comencé el tratamiento con Xistab, que durará 25 días. Todavía no trepo las paredes, pero a Spider-Man le gustaría que lo hiciera. Niquitin es solo para engañar a las mandíbulas. Mint casi engaña. Nunca me metí en el juego de las apariencias, de querer mirar en lugar de ser y, sin embargo, la gran mayoría de las personas inhumanas que conocí siempre quisieron mirar. Conocí a pocos que lo fueran. Lo que eran y no tenían vergüenza de ser personas reales, que las personas reales tienen sombra y luz, tienen fuerza y miedo, tienen belleza y amargura. Siempre tuve las dos cosas, pero ahora veo que estaba ciega y no lo sabía. Y para celebrar la apertura de mis ojos, me encuentro contradiciendo al haecker que pensó en plantarse en mi pc, en facebook, en mail, en youtube, en linkedin, en fin, tratando de delimitar mis pasos, ahora escribe allí, parece pedir por "él" y yo que me dejé en tanga, que dejó de importarme la basura, que reservé la capacidad de empatizar solo para aquellos que lo merecen, me encuentro literalmente cagando en todo lo que no me suma. Y me tomo un café, mientras disfruto de una rebanada de bolo-rei. Nunca me gustó el bolo-rei. Y es en estos pequeños detalles que me asemejo a aquellos, del juego de las apariencias, a los Judas que conocí, que evalúan los productos por paquete. Por lo demás, me distancio felizmente. No me gusta la fruta confitada, solo la fruta natural. Por lo tanto, le tenía miedo al viejo bolo-rei. Ahora, quito la fruta confitada, sin vergüenza, y me como el resto. Degustar para conocer y poder evaluar.
En general, estoy bien. El tío Mingos se fue el día 11, en mi mente, ya había tantos recordatorios que me hacían ir a buscar su ternura, su bigote, su ojo, su sonrisa, sus anécdotas, Mingos y el samurái de Rui Veloso, ahora São Martinho y las castañas también me recordarán a él. Se fue, pero se quedó, mucho más de lo que parece. Parece que se ha ido, ¿no? Parece haber muerto, pero no, esa es la gran ilusión, simplemente no puede tacharlo en este avión, no puede firmar, pero puede mirar, puede entenderlo en su totalidad. Los ancianos no lloran, solo observan, miran con una especie de lástima y altruismo a la condición humana que solo pueden apreciar desde este prisma, cuando ascienden. A nosotros, con piernas y brazos, con sensibilidad o con colosal estupidez, todo nos está permitido, con tal de realizarnos. Incluso llorando, motivados por una conciencia divina de experimentarnos a nosotros mismos como humanos y ser capaces de trascender. Haremos cualquier cosa y todo para seguir el camino de aquellos que han venido a traer luz a la oscuridad. Y mientras escucho música, no sé cómo contenerme, no sé y no quiero contener las emociones de la humanidad divina frente al libertinaje superficial. Algunos de nosotros vivimos en las apariencias, seguramente despertarán cuando les duela la cabeza, finalmente se darán cuenta de la gran ilusión que es la matrix, la rueda de hámster donde nos han puesto, no Dios, no el ser superior que nos habita, sino lo terrenal, la densidad y el oscurantismo de los tiempos, el materialismo que hemos vivido desde el siglo XX. Un siglo de materialismo y nada es más previsible que el mismo materialismo subiendo de nivel, de lo dialéctico a lo histórico, a lo social, a lo criptocualquier cosa que coincida con los calcetines, la corbata, el traje, la falda, el vestido de godets, el espejo de las barbies que un día serán abuelas, pero no quieren tener vientres flácidos, Ni pieles colgadas, ni un repertorio de tapas y falsificaciones, de sermonear errores y experiencias erróneas. Y ahí van, de falso en falso, de toma en toma, tomándose unos selfies para el Mundial de colosal estupidez, de cómo pasarán a la historia, de haber sido un día más que paquetes, más que farsas, más que tontos, copias y letargos de la misma epidemia, de la apariencia de que son pero no son, de ser y ocultar que son y vivir las ilusiones rosas que solo retrasan su crecimiento, Vamos, crecen hacia los lados y empiezan a mirar el puto espejo desde un sesgo, no quiero espejos, después de todo, ¡solo soy un cuerpo flácido en la flacidez del materialismo humano! ¡Sí! Solo somos almas que cargamos cuerpos y otros de nosotros creemos que son solo cuerpos que cargan con la estupidez y la dejan con sus hijos, hijastros, nietos y bisnietos, sobrinos y ocasionales "amigos" patéticos, y dejan la estupidez como semillas, como herencias a personas dementes, que eventualmente se encuentran en las mismas circunstancias, Hablar de la vida de otras personas, de la mierda, de la paja, de los mocos que llevan en el alma, que desconocen que el amor es más que un cuerpo, más que un recuerdo, es toda la historia de la humanidad, es lo que nos trae aquí, es un propósito mayor y colectivo, pero se olvidan de eso, y se miran el ombligo. Huyo de esas amapolas y hasta me hacen gracia, cuando recuerdo a los mazos, a los viejos, al Statler y al Waldorf (El Show de los Muppets), que a mi modo de ver, es combinar el hambre con las ganas de comer, quieren difamar a la humanidad, llamarlos, se perpetúan, cobijados entre la inhumanidad, escondidos, vacíos, feos, cerdos y sí, muy malos. Son lo opuesto a la creación divina. El disparate humanitario. El arte elimina, siempre que puede, a todos los Statler y Waldorf sociales. El arte despierta a los dioses y los transforma en humanos creativos.

Vuelvo a las lágrimas, vuelvo, siempre vuelvo, pero esta vez, con la clara noción de ser flores, no son pesos, ni dolores, ni despedidas, ni feos inhumanos, están embriagadas de emoción, humanidad, anhelo, añoranza sí, mucha añoranza por los que ya se fueron y nos conmovieron, y nos hicieron más humanos, más grandes, grandes estrellas en un cielo más grande, Hijos, todos, todos hijos de un Dios más grande, el de la creación, el del retrato y la condición, el de ser bello e inmortal, Cuando miramos el plano de las ideas, de las artes, de la música, del ah, de la música, del teatro, de la manera humana de decir yo soy, somos, de esa inmensa pluralidad que nos lleva a todos, que nos motiva, que nos mueve, que extrae de nosotros la esencia de dioses menores ensayando los grandes finales, que todos llegaremos allí, Pero nadie muere. Sigo inmerso en gente así, tan bella, como este ser humano, que no canta, sino que canta a todo el mundo, llevando en su voz, más que palabras, más que melodías y trinos, más que descripción figurada, mucho más que sinfonía y recreo, un hombre tan guapo cargando a los compañeros que nos llevan a todos a lo mejor. Ya no sé llorar por la gente fea. Ya no sé amar a nadie. Solo las bellas, solo las que llevan la llama de la humanidad más que las demás, son solo apariencias, fuegos fatuos, frívolas y banalidades, heridas crueles que no han encontrado un dios. Y siempre lo escucho y en su voz, en su pose, lleva a todos, José Afonso, José Niza, Adriano Correia de Oliveira, José Mário Branco, Natália Correia, Ciríaco, Manuel Alegre, Manuel Freire, António Gedeão, António Macedo, José Carlos Ary dos Santos, Simone de Oliveira, Tonicha, Maria Guinot, Thilo Krassman, Carlos Paredes, Amália Rodrigues, Eunice Muñoz, Vitorino, Fausto, Variantes, José Viana, Max, Raúl Solnado, Maria João Pires, Nuno Júdice, Manuel Pina, Herberto Helder, Florbela Espanca, Teixeira de Pascoaes, Carlos do Carmo, Rodrigo, Camilo de Oliveira, Miguel Torga, Júlio Diniz, Inês Pedrosa, Teolinda Gersão, Sophia de Melo Breyner Andresen, Joaquim Letria, Carlos Avilez, José Jorge Letria, Herman José, Nicolau Breyner, Sophia de Melo Breyner Andersen, Tozé Brito, Cesário Verde, José Saramago, Aquilino, Hermínia Silva, Camões, Pessoa, y tantos, Viriato Coelho, pero tantos que, por ser tantos y tan grandes y tan humanos, no encuentran aquí un lugar, si no están sentados en el regazo de los demás, Porque así somos, niños talentosos que envejecen, se van blanqueando, y se olvidan de ese niño feliz con la amargura del villano que es el tiempo, robando estos y aquellos pero no se mueren, se quedan adentro, adentro, así adentro, todos, todos, Carlos Paião, António Ribeiro, Florbela Espanca, Rosa Lobato Faria, Ana Faria, Maluda, Carlos Moniz, Maria do Amparo, António Calvário y José Cid, de diferentes épocas, de diferentes etapas pero todos dentro, sumando al mapa individual las coordenadas del viaje humano, al conjunto colectivo y a los que suman me hacen llorar, ya echo de menos a los que siguen aquí y siguen subiendo al escenario, Grabar, recibir aplausos, porque el tiempo es un villano que nos roba nuestra presencia física y nos deja añorando a estos Creadores, a estas almas eternas, que no mueren, mientras haya uno de nosotros que cargue con los demás, que recuerde las hazañas y las obras, que encienda un fósforo en el cielo de la eternidad. Lloro por todos ellos, por los que se han ido, por los que se irán, por los que se irán, qué mundo tan pobre, sin dioses humanos que son brújulas, que son aliento y coraje, lo que falta, lo que falta cavando en nuestro pecho, las figuras, los artistas, los hombres que crean no mueren y ellos son los que me dan coraje para enfrentar el ocaso de mi vida. Con lágrimas, sí, pero con una emoción que me nubla los ojos y no puedo callarme. Soy de los que lleva recuerdos de grandes personas, de grandes personas, de estas personas que abrazan a las personas con actitudes, con palabras, con fuerza, con motivación, con luz, con amor, con la humanidad clavada en mí, soy todas ellas y me regocijo en sus inmensas obras. ¿Cómo podemos guiarnos en el mundo sin las linternas de aquellos que nos precedieron? ¿Cómo puedes olvidar estas soluciones humanas? Son lágrimas, son, están mojadas, porque son y son palabras, pero echen un vistazo a las obras, vayan al cine, al teatro, vean a su madre coraje, canten Pedro Barroso, vayan a la ópera, patrocinen una orquesta, miren a sus hijos, si necesitan ejemplos. La humanidad está dentro, no muere, y recordar es la mitad de vivir. Que suceda la otra mitad y que la música permanezca, que la creatividad acompañe a todas las generaciones futuras, a todas las artes, que nunca olviden que los que olvidan la historia corre el riesgo de repetir los errores. Que muera el cuerpo, la estupidez, la crueldad, la vanidad, el fascismo y la gloria del egoísmo, pero no nuestra humanidad, nuestra verdad. Porque este es el retrato de familia, del conjunto que tenemos que presentar, cuando subimos. Y como canta Pedro Barroso, ¿dónde hay gente realmente guapa?

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