La usura morirá

 



Estoy solo. Luchando contra los vampiros. No la de Zeca. Los que maltrataron a mi madre y no aceptan que no pueden seguir haciéndolo. Siempre me faltaban al respeto, mi vida estaba servida en bandeja de plata en la casa de los vampiros que, no satisfechos con chupar la sangre de mi madre, que es sangre de la misma sangre, trataban de silenciarme, de atarme, de disminuirme, como una forma de encajar en la mezquindad de sus normas.

El ejercicio de entender los porqués ha sido extenuante. Cuando no conoces toda la historia, pierdes mucho tiempo construyendo acertijos.

Los nombres no son necesarios, ya que, en mi opinión, los vampiros no tienen nombre, son solo vampiros, que no se distinguen entre sí en sus pretensiones mutuas. 

Mi madre siempre fue despreciada por la familia. Antes, la miseria lo producía en masa. Lo sigue haciendo, pero hoy se hace más difícil ser un huérfano anónimo, frente a las instituciones elaboradas, algunas para ayudar al sujeto y otras para determinar sus pasos. Los vampiros de Zeca están en estas instituciones, alimentados por el sistema que los patrocina. Los bancos son donde los vampiros más grandes se esconden y chupan la sangre de los humanos con avidez legal. Al amparo del código civil. Pero no es de los bancos de lo que les voy a hablar.

Mi madre se graduó, contra todo pronóstico, porque quería escapar de la manipulación del sistema que en su situación, preveía que vendría otra mujer miserable, no dejó de ser miserable, pero fue miserable por la necesidad de tener a alguien que la amara. Siempre tuvo un excelente salario, considerando que a todos los que le daban más trabajo, no sabía decir que no y sabía que el no podía traerle disgustos. No fue salvaguardado solo para sus hijos. Y dijo que sí a todos, amén a todos. La familia de su sangre que la mantuvo colonizada por su elección, todavía hoy se revela contra ella. Mi madre dice que es irónico que finjan que les gusta. Que desde 1975 les pide dinero prestado, para poder ayudarles, sabiendo que le traen altas tasas de interés, con el valor que predicen los bancos. Pero su familia no es un banco. 

 Toda su vida, dice, siempre contaban con su dinero, con su interés, cuando la invitaban a almorzar, si ella, por alguna razón, no podía o no quería ir, el "jefe", su cuñado la llamaba: entonces cuñada, ¿no vienes? Y mi madre le decía: no te preocupes por los intereses, porque te voy a pagar, hoy no puedo ir. 

Nunca nos había dicho nada de esto. Lo supe en 2013 por las malas.

En noviembre de 2012, mi madre fue hospitalizada con una enfermedad y estaba muy enferma, tanto que le aconsejaron que pusiera los papeles para jubilarse. Y los firmó en la cama del hospital. Los vampiros, temerosos de que no les pagara la deuda (una deuda que contrajo para poder comprar una casa en el pueblo), me advirtieron de que mi marido y yo tendríamos que firmar un documento de deuda, asegurándoles que recibirían el dinero que mi madre les pidió para comprar obstinadamente la finca contigua a la mía,  Aquí, en este fin del mundo. Ella supo en ese momento que predecían su muerte y temerosos de que esto sucediera, pensaron, no en el amor que le tenían, que ni siquiera se atrevería a morir con una deuda de 23 mil euros. Al año siguiente, en el cumpleaños de mi madre, acudió todo el mundo, todos los vampiros, los hijos de los vampiros, los nietos de los vampiros para el cumpleaños de mi madre que se celebraría en los tres miguéis. Le pregunté a mi madre si los había invitado a todos. Porque cada almuerzo que preparaba mi madre, siempre era ella la que pagaba por todos. Ella me dijo: No Cristina, solo invité a mi hermana y a mi cuñado. Llamé al hombre que estaba casado con la hermana de mi madre y le pregunté: ¿no tienes vergüenza en la cara? ¿Vienes aquí con toda tu familia para que mi madre te compre el almuerzo y le cobres quinientos euros cada mes solo en intereses? ¿Qué coño es esto?

Y no estaba preparado para mi actitud, comenzó a tartamudear y dijo en voz alta: Cuñada, no te preocupes que este mes no me pagas intereses, este es mi regalo por tu cumpleaños.  Y hasta le dije: Claro, el regalo envenenado. No paga intereses porque va a pagar la cuenta del almuerzo de toda su familia. Mi madre me pidió que me callara. Me quedé en silencio. Pero en mi mente nunca se quedan callados. Y así fue, mi madre siguió viviendo con vampiros, porque eran vampiros en su familia, tenían que ser especiales. Y en ese momento, un primo mío, que pertenecía a la familia de los vampiros, me dijo: No confíes en ellos. Hablan de tu vida todos los domingos a la hora del almuerzo, tu vida se sirve como entretenimiento. Este primo mío nunca fue un vampiro. Ella fue la única con la que siempre me he identificado. Hace tiempo que se fue. Los vampiros no aceptan el destete. Se aferran a ella y la humillan, dicen que se metía con sus hijos, con sus sobrinos, cuando la pobre ni siquiera estaba en casa, se quedaban en nuestra casa para todo, para comer, para salir con las criadas y los desempleados, era todo más de lo mismo. Mi mamá no estaba en casa, porque trabajaba las 24 horas del día, hoy sé que era para escapar del luto constante de su vida y para pagar los intereses que le fijaban. Y cuando tenía tiempo libre, lo pasaba mimando a sus hijos, lo gastaba por gastar y, como me contó hace poco, era una forma de ayudar a su hermana vampiro que la había ayudado a pagar su curso, dándole de comer y garantizándole el vasallaje eterno.En el último de los almuerzos familiares, incluso le dijeron que la hermana favorita de mi madre quería ahogar a mi madre, como una forma de antagonizarla, porque a su hermana vampiro no le gusta la hermana favorita de mi madre. Mi madre siempre ha sido la madre Joana, la madre de los enfermos, pagándoles ropa y comprándoles regalos sin cobrar al hospital Conde de Ferreira donde permaneció enfermera durante décadas, mucho más allá de su jubilación. La casa de mi madre era la casa de mi madre Joana, que estaba ausente.

Toda mi vida los recuerdo colgados allí y por lo que pensaba, hice que mis hijos también convivieran con vampiros. En Navidad era obligatorio ir allí para pasar la fiesta de Cristo con los vampiros. Si no se levantaran contra su progenie.Estos vampiros son los mismos que existen en la sociedad bajo un manto de bondad y catolicismo. Comen la hostia, pero en cuanto salen de sus iglesias, vuelven al mismo lugar, porque se sienten ungidos con la fe cristiana, perdonados por las limosnas que dieron, por el beso que le dieron al hermano desconocido que estaban a su lado, por la repetición de oraciones y de "humildad". Los vampiros católicos creen que nadie los lee. Y me queda petrificado verlos ensayar pasos dobles, en un intento de colonizarme a mí y a otros como yo.

No, yo no vivo con vampiros, pero la que los denunció fue mi madre que, como una forma de sentirse más dentro de la familia, promovió la sangría de la que son autores. Y de todo lo que produces, de la falta de gloria, de la falta de amor, de la falta de comprensión, de la inhumanidad, agrego que mientras el statu quo actual promueva la usura sobre los socialmente vulnerables (en este caso, una viuda con tres hijos que mantener), la inhumanidad crece bajo la apariencia angelical de la bondad. Es mucha hipocresía y yo no Vine al mundo para sostenerlo. 

Hay una falta de actitudes verticales, pero no por mi parte. Puedo seguir luchando contra los molinos de viento. Pero no pasarás por mi lado sin mi denuncia. Y negarme a confraternizar con aquellos que no me agregan, al contrario, solo drena mi energía de convivencia. Me cansé de la observación y el estudio de los vampiros. Sueño con un mundo donde los valores sean algo más que el control, la mentira, la superficialidad y la usurpación.

He aquí mi texto como un acto de contestación. No pertenezco a ninguna manada. Soy una persona con ojos y con corazón. ¡No, no me engañan! Sé leer a la gente.


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